Cultura de la seguridad tecnológica y física

Uno de los principios fundamentales de la gestión de toda organización que trate con materiales radiactivos es establecer una cultura sólida en materia de seguridad tecnológica y física. Esa cultura influye en la estructura y el estilo de la organización, así como en las actitudes, los planteamientos y el compromiso de las personas en todos los niveles de la organización.

Todas las actividades que supongan el uso de material radiactivo exigen prestar una atención especial a la seguridad tecnológica y física. La seguridad tecnológica se orienta a prevenir accidentes; la seguridad física, a prevenir actos deliberados que puedan provocar daños en las instalaciones o dar lugar al robo de materiales nucleares.

Si bien estas actividades se centran en aspectos diferentes, existe un solapamiento entre ambas. Las medidas que se adopten para fomentar una de esas actividades pueden repercutir en la otra. Tradicionalmente las preocupaciones en torno a las emisiones radiactivas han justificado la insistencia en la seguridad tecnológica. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y las actividades terroristas que se han venido sucediendo desde entonces por todo el mundo, los explotadores de instalaciones, los órganos reguladores y las organizaciones internacionales se han centrado cada vez más en la tarea de garantizar adecuadamente la seguridad física de las instalaciones que utilizan materiales radiactivos.

El análisis a fondo de varios accidentes nucleares y radiológicos ha puesto de manifiesto que las vulnerabilidades en la cultura de la seguridad tecnológica, en la cultura de la seguridad física, o en ambas, fueron una de las causas principales de los accidentes.

Para entender los conceptos de cultura de la seguridad tecnológica y cultura de la seguridad física es preciso entender la noción general de “cultura”. La cultura es a la sociedad lo que la memoria es a la persona. La cultura incorpora tradiciones que reflejan “lo que ha funcionado en el pasado”. Asimismo, engloba la manera en que las personas han aprendido a ver su entorno y a verse a sí mismas, y los supuestos tácitos sobre cómo es el mundo y cómo ellas deben actuar.

Todas las organizaciones crean su propia cultura por cuanto sus miembros suelen compartir valores y actitudes básicos similares. Esos valores y actitudes también condicionan la manera en que los miembros de la organización se enfrentan a las cuestiones de la seguridad física y la seguridad tecnológica y, por consiguiente, refuerzan tanto positiva como negativamente la seguridad tecnológica y física de la organización. Dicho de otro modo, la solidez de la cultura de seguridad tecnológica y física de una organización denota la manera en que se perciben, valoran, priorizan e integran la seguridad tecnológica y la seguridad física. A fin de destacar la importancia de la cultura organizativa, el OIEA y otras organizaciones caracterizan también la cultura de seguridad institucional como sinónimo de cultura de la seguridad.

El OIEA entiende que una cultura sólida de seguridad tecnológica es “el conjunto de características, actitudes y comportamientos de las personas, organizaciones e instituciones que establece, como prioridad absoluta, que las cuestiones relativas a la protección y la seguridad tecnológica deben recibir la atención que merecen por su importancia”. Del mismo modo, el OIEA entiende que una cultura sólida de seguridad física es “el conjunto de características, actitudes y comportamientos de las personas, organizaciones e instituciones que sirve de medio para apoyar y mejorar la seguridad física nuclear”.

Evaluar y conocer la cultura de la seguridad tecnológica y física de una organización permite entender cómo puede apoyarse y mantenerse el ejercicio de la seguridad y también determinar las vulnerabilidades que pueden reducir su eficacia y ser causa de fallos.

El OIEA ofrece a los Estados Miembros instrumentos y capacitación para evaluar, mejorar y fortalecer la cultura de la seguridad tecnológica y física a lo largo de la vida de sus instalaciones y actividades. Ello incluye servicios específicos de apoyo, como las Evaluaciones Independientes de la Cultura de la Seguridad (ISCA) y el Proceso de Mejora Constante de la Cultura de la Seguridad (SCCIP), que incluye capacitación en materia de autoevaluación de la cultura de la seguridad, así como de apoyo a la aplicación de la Metodología de Autoevaluación de la Cultura de la Seguridad del OIEA.

Por último, el OIEA dispone de una variada oferta de misiones de apoyo adaptadas a las necesidades particulares de los Estados Miembros.

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