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Una Salud: para las personas y el medio ambiente

La convergencia de dos desafíos a escala mundial como la pandemia de COVID-19 y el cambio climático ha puesto de relieve la necesidad de concebir la salud humana y la ambiental como un todo. A fin de comprender mejor qué están haciendo otras organizaciones para lograrlo, entrevistamos a Monique Eloit, Directora General de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y defensora del enfoque “Una salud” con respecto a la salud pública.

Una Salud se basa en el entendimiento de que existen una interconexión y una relación de codependencia inherentes entre los seres humanos, los animales y el medio ambiente.

Monique Eloit, Directora General, Organización Mundial de Sanidad Animal

P: ¿Qué es Una Salud y en qué se diferencia de lo que se ha venido haciendo en los últimos 50 años?

R: Hace siglos que somos conscientes de la importancia de la colaboración en los sectores humano, animal y ambiental y que ponemos en práctica esta colaboración. Aproximadamente 20 años atrás se acuñó Una Salud, que propone adoptar un enfoque holístico y multisectorial para el diseño y la ejecución de programas tanto de salud humana como de salud animal y ambiental. Tras la crisis de la gripe en la década de 2000 y, de manera más reciente, las cuestiones relacionadas con la resistencia a los antimicrobianos (RAM), la crisis de la COVID-19 trajo consigo una oportunidad para renovar el compromiso con ese enfoque.

Una Salud se basa en el entendimiento de que existen una interconexión y una relación de codependencia inherentes en lo que respecta a los seres humanos, los animales y el medio ambiente. Se estima que el 60 % de las enfermedades infecciosas humanas actuales son zoonóticas, y al menos el 75 % de las enfermedades infecciosas emergentes son de origen animal. La salud de los ecosistemas es esencial para la supervivencia de los seres humanos y los animales. No podemos seguir pensando en la salud de un grupo sin tener en cuenta el estado de salud de otros. Esta constatación supone un punto de inflexión con respecto a los últimos 50 años, durante los cuales la atención se centró ante todo en la salud exclusivamente humana.

Desde 2010, la OIE está decidida a promover el enfoque “Una salud” en el seno de la alianza tripartita con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Compartimos objetivos y actividades comunes de prevención y control de riesgos para la salud y, al mismo tiempo, divulgamos y promovemos información científica sobre temas relacionados con el enfoque, como la RAM, la rabia y la gripe aviar. La alianza tripartita se amplió recientemente para integrar el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y establecer el Cuadro de Expertos de Alto Nivel para el Enfoque “Una salud”. Este cuadro de expertos asesorará sobre un plan de acción mundial a largo plazo para evitar brotes de enfermedades zoonóticas.

P: La cuestión del cambio climático está presente en numerosas decisiones. ¿Cómo afecta la crisis climática a Una Salud y a los esfuerzos para controlar los brotes de enfermedades zoonóticas?

R: El cambio climático incrementa la frecuencia tanto con la que aparecen enfermedades, lo cual repercute en los sistemas de salud, como con la que se producen fenómenos meteorológicos extremos, que afectan directamente a la salud animal. El aumento de las temperaturas, por ejemplo, ha influido en la distribución geográfica y temporal de los vectores de enfermedades, como mosquitos y garrapatas, que son responsables de la propagación de enfermedades de transmisión vectorial.

La pérdida de hábitats por motivo del cambio climático, así como actividades humanas como la minería, la agricultura, la ganadería y la deforestación, pueden empujar a la fauna silvestre hacia nuevas zonas. La creciente exposición de esta a los asentamientos humanos o al ganado puede dar pie a la transmisión de patógenos. Los países necesitan crear capacidades de vigilancia de las enfermedades tanto para los seres humanos como para los animales y comprometerse a gestionar mejor la salud de la fauna silvestre a fin de garantizar la seguridad de esta y de sus ecosistemas.

P: La pandemia de COVID-19 puso de relieve las flaquezas de las capacidades nacionales para detectar y controlar los brotes zoonóticos. ¿Cómo pueden prepararse mejor los países de cara a un futuro brote?

R: La enseñanza en salud humana y animal debería incorporar un estudio teórico y práctico del enfoque “Una salud”. Más allá del ámbito universitario, los líderes y los profesionales sanitarios deberían participar en actividades de capacitación e iniciativas que alienten la colaboración multisectorial en la vigilancia y la detección de enfermedades.

El Marco de la OIE para la Sanidad de la Fauna Silvestre ayuda a los países a reducir el impacto de las enfermedades en la salud pública, la salud del ganado y las poblaciones de fauna silvestre, preservando al mismo tiempo los servicios ecosistémicos prestados por la fauna silvestre. Mediante este marco se insta a los encargados de adoptar decisiones a que fomenten la colaboración entre los servicios de salud humana y animal, y a las autoridades dedicadas a la fauna silvestre a que refuercen la vigilancia de las enfermedades que aquejan a esta y prevengan los brotes zoonóticos. Una cuestión fundamental es que los países establezcan marcos legislativos o reguladores para la vigilancia de la salud en el comercio de fauna silvestre.

Asimismo, los países deberían incrementar su inversión en servicios veterinarios nacionales, que suelen estar en primera línea en la gestión de las enfermedades zoonóticas. Estos resultan clave para la detección temprana en la interfaz ser humano-animal-medio ambiente, pero requieren financiación, formación con miras a crear capacidad y modelos reguladores que faciliten la colaboración relacionada con Una Salud.

Los servicios veterinarios también necesitan que se invierta en su infraestructura para mejorar la sostenibilidad de los laboratorios veterinarios, especialmente los que se dedican a la vigilancia. La iniciativa Laboratorios Sostenibles de la OIE, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Asuntos Mundiales del Canadá, trabaja con sus miembros para comprender sus necesidades en materia de elaboración y mantenimiento de estrictas medidas de bioseguridad y bioprotección en los laboratorios. Cuando la OIE ha sometido la infraestructura de sanidad animal a su Evaluación de las Prestaciones de los Servicios Veterinarios, ha detectado recurrentemente que es necesario apoyar mejoras en el equipo de laboratorio de sanidad animal, así como transferir tecnología y crear capacidad en esa esfera. El OIEA ha ayudado activamente a atender esa necesidad mundial crítica.

Además, el Laboratorio de Producción Pecuaria y Salud Animal FAO/OIEA es un Centro Colaborador de la OIE para ELISA* y el uso de técnicas moleculares para el diagnóstico de enfermedades animales. La creación de capacidad de laboratorio y la transferencia de tecnología son componentes esenciales de la respuesta a una crisis sanitaria internacional. En las experiencias pasadas extraídas de la respuesta a crisis sanitarias mundiales, las consultas con expertos, los estudios y las evaluaciones en los Estados Miembros, se ha detectado la necesidad de examinar cuidadosamente la sostenibilidad de los laboratorios al apoyar la creación de capacidad de laboratorio.

Los encargados de adoptar decisiones deberían dar prioridad al desarrollo de planes para la gestión de emergencias. Pese a que la mayoría de los miembros de la OIE disponen de algún plan nacional de contingencia, carecen de recursos para poner en práctica una respuesta a una emergencia futura. Los dirigentes han de comprometerse no solo a desarrollar planes de emergencia sino también a financiar su ejecución.

P: ¿Cómo puede participar la población en el enfoque “Una salud”?

R: Los ciudadanos pueden incorporar Una Salud a sus vidas informándose acerca de hasta qué punto los animales, los seres humanos y el medio ambiente están interconectados e interrelacionados y comprendiendo de qué manera las acciones y políticas humanas podrían afectar a la salud animal y ambiental. Si los ciudadanos demandan una gobernanza sanitaria buena y multisectorial, los encargados de formular políticas tendrán que hacer de Una Salud una prioridad legislativa.

Además de tomar mayor conciencia, todos y cada uno de nosotros podemos realizar acciones concretas en favor de Una Salud. Por ejemplo, si detectamos algo extraño en los animales de una zona forestal, deberíamos informar a las autoridades, pues podría tratarse de un brote de una enfermedad animal. Con respecto a la resistencia a los antimicrobianos, las personas deberían seguir tratamientos antibióticos recetados por profesionales de la salud, ya sean esos medicamentos para uso propio, mascotas o ganado. Esto ayuda a evitar la propagación de bacterias resistentes a los fármacos. Quienes tengan perro, por ejemplo, pueden comprometerse a actuar responsablemente en ese sentido, crear conciencia sobre los comportamientos de riesgo que pueden provocar casos de rabia transmitida por estos animales y garantizar que sus mascotas estén vacunadas.

A medida que aumentan el transporte de mercancías y los desplazamientos individuales, las personas son capaces de entender mejor su huella de carbono y de qué manera sus acciones repercuten en el medio ambiente, los animales y las personas que las rodean. Cada paso que damos sigue acercando el planeta a un futuro más sano.

* Ensayo de inmunoadsorción enzimática

09/2021
Vol. 62-3

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