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Verificación de las obligaciones de los Estados en materia de no proliferación: pasado, presente y futuro

Massimo Aparo

Massimo Aparo es Director General Adjunto y Jefe del Departamento de Salvaguardias del OIEA. El Sr. Aparo trabaja en el OIEA desde 1997, donde ha sido Director Interino de la Oficina de Verificación para el Irán, Jefe de Sección en la División de Servicios Técnicos y Científicos, y Jefe de la Oficina Regional de Tokio en la División de Operaciones A. Antes de incorporarse al OIEA, trabajó para una empresa italiana en el ámbito de la detección de radiación y la monitorización radiológica, en la Agencia Espacial Europea y en el antiguo Comité Nacional de Energía Nuclear de Italia.

Los años 2020 y 2022 son hitos importantes para el régimen mundial de no proliferación nuclear. En 2020 cumplió 50 años el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), tras decenios ayudando a detener la proliferación nuclear. En 1963, el Presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy, advirtió de la posibilidad de que en la década de 1970 hubiera en el mundo hasta 25 países con armas nucleares. Gracias al TNP, eso nunca llegó a suceder.

Para el OIEA, 2022 es el año en que se conmemora el 50º aniversario de los primeros acuerdos de salvaguardias en relación con el TNP. Esos acuerdos confirieron al OIEA derechos únicos de acceso a los Estados para verificar que estos hagan un uso exclusivamente pacífico del material y la tecnología nucleares. El OIEA ofrece garantías —a nivel nacional, regional y mundial— respecto al cumplimiento por los Estados de sus obligaciones de salvaguardias. En 2022 se conmemora también el 25º aniversario de la aprobación del Modelo de Protocolo Adicional en el que se basan los protocolos adicionales. Esos protocolos son instrumentos de vital importancia que proporcionan al OIEA un mayor acceso a los lugares y la información, lo que nos permite detectar mejor los materiales y actividades nucleares no declarados.

Estos aniversarios son una ocasión excepcional para celebrar los logros y reflexionar sobre la experiencia adquirida y, quizás lo más importante, para prepararse frente a lo que está por venir. Los últimos 50 años han sido testigo de acontecimientos que tuvieron importantes repercusiones en el régimen de no proliferación nuclear y en las salvaguardias del OIEA. La adaptación ha sido la clave del éxito.

La verificación nuclear siempre ha evolucionado en función de los cambios en el entorno operacional, las enseñanzas extraídas y las expectativas de los Estados. A menudo, los cambios en las salvaguardias se han producido en respuesta a —y no en previsión de— los acontecimientos, como fue el caso del Modelo de Protocolo Adicional, que se adoptó a raíz del descubrimiento de materiales y actividades nucleares no declarados.

Cuando se habla de la importancia del Modelo de Protocolo Adicional suele hacerse referencia al contexto histórico de las enseñanzas extraídas a principios de la década de 1990, pero su importancia estratégica debería comprenderse mejor en el contexto actual y futuro de ofrecer la transparencia necesaria en cuanto a las actividades relacionadas con la energía nuclear. Al adoptar un protocolo adicional, los Estados crean confianza y sientan una base sólida para la cooperación nuclear, que se prevé que aumentará a consecuencia de los problemas climáticos. Ya en el año 2000, la Conferencia de Examen del TNP reconoció que las medidas del protocolo adicional eran una parte integrante del sistema de salvaguardias del OIEA. Más de dos décadas después, ha llegado el momento de hacer que esto sea una realidad para todos.

Hace más de 15 años, el OIEA aprobó la revisión del protocolo sobre pequeñas cantidades (PPC) para subsanar una deficiencia del sistema de salvaguardias. Sin las declaraciones de material nuclear de los Estados y sin la posibilidad de realizar actividades de verificación sobre el terreno, el OIEA tiene cada vez menos posibilidades de extraer conclusiones de salvaguardias bien fundamentadas. En esencia, los antiguos PPC ya no son adecuados.

El entorno dinámico del mañana demanda unas salvaguardias lo más sólidas posibles. Todos tienen una función que desempeñar, desde los Estados con una cantidad limitada de materiales nucleares hasta los que tienen ciclos del combustible nuclear avanzados. A pesar de que se suele describir al OIEA como el “guardián nuclear”, la aplicación de las salvaguardias es, en realidad, un esfuerzo cooperativo. A fin de prepararse ante los nuevos desafíos y colmar la brecha entre una carga de trabajo cada vez mayor y unos recursos limitados, el OIEA se mantiene activamente al tanto de las tecnologías emergentes y estudia las innovaciones para mantenerse a la vanguardia.

Para seguir cosechando éxitos, el OIEA necesita el apoyo político, técnico y financiero de los Estados. Al prestar su apoyo, los Estados no deberían tener en cuenta únicamente el pasado y el presente, sino también el futuro.

12/2021
Vol. 62-4

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