“Nuestras estructuras de poder han evolucionado paulatinamente durante miles de años. Ya va siendo hora de ir un paso más allá. El siglo XXI ha de ser aquel en que las mujeres logren la igualdad”. — António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas
Hoy en día es incuestionable que las mujeres, al igual que los hombres, tienen derecho a participar en debates sobre seguridad internacional e influir en las decisiones que afectarán sus vidas. Durante mucho tiempo, sin embargo, se les prohibió de manera habitual ocupar puestos profesionales en distintos sectores, y los ministerios de asuntos exteriores no fueron una excepción.
En muchos de los países en cuyo Servicio de Asuntos Exteriores sí había mujeres se imponían restricciones formales a las funciones que podían desempeñar en el servicio diplomático. En determinados casos, no fue sino hasta comienzos de la década de 1970 que algunos países levantaron la prohibición de contraer matrimonio, que obligaba a las mujeres a elegir entre el matrimonio y una carrera en el Servicio de Asuntos Exteriores.
Desde entonces las mujeres han recorrido un largo camino, pero, pese a constituir el 50 % de la población mundial, siguen estando marginadas y subrepresentadas en lo que respecta al manejo de cuestiones de seguridad internacional. Según el estudio Still Behind the Curve, publicado en 2019 por el UNIDIR, las ideas sobre quién y qué hay detrás de unas “buenas” políticas en materia de seguridad física nuclear y de no proliferación siguen muy vinculadas a normas masculinizadas.
En dicho estudio, un examen de más de 80 reuniones multilaterales sobre control de armamento, no proliferación y desarme celebradas a lo largo de 40 años revela patrones y tendencias con respecto al equilibrio de género en foros sobre armas y tecnología con fines tanto pacíficos como militares. Algunas de las conclusiones muestran que:
- de los diplomáticos acreditados ante foros de control de armamento, no proliferación y desarme solo un tercio son mujeres;
- en foros más reducidos y especializados, la proporción promedio de mujeres se reduce hasta casi un 20 %;
- la composición por género y las dimensiones de una determinada reunión podrían estar correlacionadas, en parte porque cuando los países no pueden enviar más que a un único representante, tienden a designar varones, mientras que las mujeres se eligen como segundo o, incluso con mayor frecuencia, tercer o cuarto miembro de una delegación;
- los hombres están excesivamente representados como jefes de delegación, más de lo que cabría esperar dada la proporción general de varones en una reunión. Por ejemplo, en el período de sesiones de 2019 del Comité Preparatorio de la Conferencia de las Partes Encargada del Examen del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares, en torno al 76 % de los jefes de las delegaciones eran hombres y el 24 % mujeres, mientras que si hablamos de los asistentes en general, el 71 % eran hombres y el 29 % mujeres.
Para poner estas cifras en contexto, el estudio incluyó grupos dirigidos de discusión con diplomáticos en Nueva York, Viena y Ginebra, a fin de analizar la cultura institucional del control de armamento y la diplomacia en la esfera del desarme. Los participantes declararon que, en su opinión, en ese ámbito se habían premiado características, conocimientos especializados y experiencias más comúnmente asociados a varones, como la dureza, la seriedad, la toma de riesgos y la formación militar.
Estas ideas y normas podrían explicar algunas de las dificultades a las que se enfrentan las mujeres al emprender una carrera profesional en el ámbito nuclear. También podrían constituir algunos de los obstáculos para la diversidad y la innovación. Los estudios señalan que en grupos diversos se suelen prever problemas y encontrar soluciones sostenibles de manera más innovadora y eficaz, y lo que más necesita ahora el ámbito de la seguridad internacional es innovación para superar el estancamiento en el control de armamento y hacer frente eficazmente a las oportunidades y los desafíos planteados por las tecnologías emergentes.