El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) acaba de poner en marcha un proyecto de investigación quinquenal en el que participan expertos de 16 países con el objetivo de perfeccionar los métodos para aplicar técnicas de base nuclear a fin de evaluar la exactitud de las etiquetas de los alimentos.
Dicho proyecto se llevará a cabo en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y sus resultados ayudarán a los países a luchar contra el fraude en el sector de los alimentos de alto valor, como la miel y el café de lujo o determinadas variedades especiales de arroz.
En palabras de Simon Kelly, coordinador del proyecto y especialista en inocuidad de los alimentos del OIEA, “numerosos alimentos se venden a precio de producto de lujo debido a que se obtienen por medio de métodos específicos o a su origen geográfico”. “A fin de proteger a los consumidores del fraude y de posibles situaciones no deseadas relacionadas con la inocuidad de los alimentos, necesitamos métodos normalizados para confirmar que los productos tienen las características que figuran en sus etiquetas”.
El proyecto ayudará a los países a aplicar técnicas de isótopos estables con el fin de proteger y promover los alimentos con valor añadido, por ejemplo, los alimentos orgánicos o los productos con un origen geográfico específico, como la variedad de café Blue Mountain, de Jamaica. Esta técnica consiste en examinar la proporción de isótopos estables en los elementos —por ejemplo, en el hidrógeno, el oxígeno y el carbono— y la concentración de elementos en una muestra del producto. Esta información puede proporcionar una huella única que permite vincular un producto agrícola al sitio en el que se cultiva.
“El ADN da información sobre el parentesco pero no sobre el lugar donde nos criamos, mientras que los isótopos que los alimentos han absorbido del medio ambiente reflejan dónde se cultivaron esos productos”, explica Russell Frew, profesor de Química de la Universidad de Otago (Nueva Zelandia) y uno de los expertos que participa en el proyecto.
Anteriormente, el Sr. Frew trabajó en el Laboratorio de Protección de los Alimentos y del Medio Ambiente del Programa Conjunto FAO/OIEA en Seibersdorf (Austria), donde ayudó a desarrollar un método basado en isótopos estables para determinar la autenticidad de la miel de manuka. “Los informes indican que, aproximadamente, se consume seis veces más miel de manuka de la que se produce”, declara. La miel, que se obtiene del néctar de la flor del arbusto manuka de Nueva Zelandia, tiene propiedades antibacterianas naturales y puede alcanzar un precio por kilogramo de 1000 dólares neozelandeses (casi 600 euros).
Nives Ogrinc, profesor de Ecotecnología en el Instituto Jozef Stefan (Eslovenia), pretende aplicar esta técnica para salvaguardar la calidad y la indicación geográfica de las trufas eslovenas, un negocio lucrativo. “La trufa blanca puede alcanzar un precio por kilogramo de 2300 euros. Se trata de un mercado grande, por eso hay mucho fraude. También estamos trabajando con frutas y hortalizas como la fresa, la cereza y el ajo.”
El fraude es un problema cada vez mayor en la industria alimentaria, que afecta a países de todo el mundo y daña a las exportaciones. El proyecto de investigación contribuirá a que los países en desarrollo mejoren su grado de cumplimiento de los requisitos reglamentarios, lo que facilitará el comercio.
El etiquetado incorrecto también está perjudicando al arroz jazmín tailandés, una variedad de grano largo aromático de lujo que representa entre el 13 y el 18 por ciento de las exportaciones de arroz de Tailandia. Esta variedad crece en las regiones del norte y del noreste del país, donde se da la combinación ideal de condiciones climáticas y edáficas. “Carecemos de un laboratorio para realizar este tipo de análisis, así que quiero aprender a aplicar esta técnica”, indica Wannee Srinuttrakul, una investigadora del Instituto de Tecnología Nuclear de Tailandia.
Apreciada por su aroma y su baja acidez, la variedad de café Blue Mountain, de Jamaica, se encuentra entre las más caras del mundo, lo que la convierte en un objetivo para los falsificadores. En palabras de Leslie Ann Hoo Fung, una investigadora del Centro Internacional de Ciencias Ambientales y Nucleares, con sede en Kingston (Jamaica), “para nosotros es muy importante proteger nuestro café. Por ejemplo, queremos aplicar técnicas nucleares para distinguir la variedad Blue Mountain de la High Mountain, ya que ambas tienen diferentes precios de venta.” Además, Jamaica desea explorar la aplicabilidad de estos métodos a otras mercancías nacionales de lujo, como el cacao y el ron.
El proyecto de investigación comenzó la semana pasada con una reunión inicial y tendrá una duración de cinco años. Entre los países participantes figuran China, Costa Rica, Dinamarca, Eslovenia, España, la India, Indonesia, Italia, Jamaica, el Japón, Malasia, Marruecos, Myanmar, Nueva Zelandia, Tailandia y el Uruguay.
El OIEA, en colaboración con la FAO, presta apoyo a sus Estados Miembros para que utilicen técnicas nucleares y otras técnicas conexas con el fin de encontrar soluciones científicas destinadas a mejorar la inocuidad de los alimentos, la seguridad alimentaria y las prácticas agrícolas sostenibles. La FAO, junto con el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, publicó un informe en 2018 en el que se destacaban los beneficios para las comunidades rurales de contar con sistemas sólidos de indicaciones geográficas para los productos alimentarios locales.