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Solidaridad en la seguridad

La cooperación mejora la seguridad nuclear en todo el mundo

Joanne Liou

Juan Carlos Lentijo (abajo) y otros miembros del equipo de investigación del OIEA en el Japón bajan por una escalera en la zona de las bombas de toma de agua de mar en la central nuclear de Tokai Daini, en mayo de 2011. 

(Fotografía: G. Webb/OIEA)

Cuando ocurre un accidente nuclear o radiológico, que podría constituir una amenaza para la seguridad y los medios de vida, la comunidad nuclear está presta a responder y, a largo plazo, garantizar que las lecciones aprendidas se apliquen para así fortalecer y reforzar la seguridad y evitar accidentes en el futuro. La respuesta inicial posterior al accidente nuclear de Fukushima Daiichi de 2011 —a niveles que van del local al internacional, pasando por el nacional y el regional— subrayó la esencia de esta cooperación y capacidad de reacción polifacética existente en la comunidad nuclear.

“La cooperación internacional en materia de seguridad nuclear es fundamental para la protección adecuada de los trabajadores, las personas y el medio ambiente, ahora y en el futuro”, dice Borislava Batandjieva-Metcalf, Secretaria del Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR). El UNSCEAR, que proporciona evaluaciones científicas y análisis independientes de los efectos de la radiación ionizante, es uno de los muchos asociados con los que el OIEA colabora periódicamente en la esfera de la seguridad, así como en la elaboración de normas internacionales de seguridad.

Al seguir armonizando altos niveles de seguridad nacional, estamos contribuyendo a la seguridad mundial. Un incidente en una instalación nuclear de un país afectará al resto de la comunidad mundial.
Juan Carlos Lentijo, Director General Adjunto, Jefe del Departamento de Seguridad Nuclear Tecnológica y Física, OIEA

La respuesta a Fukushima

En un programa nucleoeléctrico, desde la selección del emplazamiento y el diseño hasta la puesta en servicio, la explotación y la preparación y respuesta para casos de emergencia, la seguridad es una práctica dinámica moldeada por normas que suelen aplicarse a escala nacional. También es clave la coordinación a escala internacional.

“La seguridad nuclear es responsabilidad del país. Los países asumen esa responsabilidad a través de sus instituciones, sus reguladores y los explotadores de tecnologías nucleares y de las aplicaciones de estas”, señala Juan Carlos Lentijo, Director General Adjunto del OIEA y Jefe del Departamento de Seguridad Nuclear Tecnológica y Física. “La cooperación internacional es importante a la hora de recopilar las buenas prácticas y difundir esa información para que los países puedan así ser conscientes de las mejores prácticas en la esfera de la seguridad nuclear.”

Inmediatamente después del terremoto y el tsunami que dieron origen al accidente de Fukushima Daiichi, la función del OIEA fue adquiriendo más relevancia en tiempo real. “El principal objetivo del OIEA en aquel momento era reunir la información que llegaba del Japón y difundirla al resto de la comunidad [internacional] para velar por que todos los Estados Miembros estuviesen plenamente informados de lo que estaba sucediendo. Simultáneamente, el OIEA facilitó asistencia internacional al Japón”, explica el Sr. Lentijo.

La comunidad internacional también aprobó mecanismos de coordinación, como el Comité Interinstitucional sobre Emergencias Radiológicas y Nucleares (IACRNE). El IACRNE se creó tras el accidente de la central nuclear de Chornóbil de 1986 al objeto de elaborar, mantener y copatrocinar el Plan Conjunto de las Organizaciones Internacionales para la Gestión de Emergencias Radiológicas. El Plan Conjunto proporciona la base para una respuesta internacional coordinada y armonizada de diversas organizaciones, como la Organización Mundial de la Salud, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Organización Internacional de Policía Criminal-INTERPOL.

“Durante el accidente nuclear de Fukushima Daiichi, el UNSCEAR participó en la labor de coordinación de la comunicación pública del IACRNE a fin de detectar discrepancias, confusiones o incoherencias terminológicas. En los últimos años ha ido habiendo información y mediciones nuevas, y el UNSCEAR prevé publicar este año la versión actualizada de su evaluación de las consecuencias del accidente de Fukushima Daiichi”, indica la Sra. Batandjieva-Metcalf.

Aprender de Fukushima

La mejora continua es un principio clave de la seguridad nuclear. En septiembre de 2011, unos cinco meses después del accidente, los Estados Miembros aprobaron el Plan de Acción del OIEA sobre Seguridad Nuclear para fortalecer el marco mundial de seguridad nuclear en 12 esferas, entre ellas la evaluación de la seguridad de los reactores nucleares, los exámenes por homólogos del OIEA, el marco jurídico internacional y la comunicación pública en una emergencia nuclear. “El Plan de Acción fue uno de los principales instrumentos que establecimos para facilitar esa recopilación y difusión de enseñanzas y para reforzar la seguridad nuclear”, dice el Sr. Lentijo. “Se pidió a los países que robusteciesen su infraestructura de reglamentación, al tiempo que nosotros reexaminábamos las normas internacionales de seguridad para determinar si eran coherentes con lo que habíamos aprendido del accidente de Fukushima Daiichi.”

Una de las dificultades de llevar a la práctica la seguridad es convertir “la ciencia y los paradigmas en normas intergubernamentales internacionales que sean respetadas por todos los Estados”, señala Abel J. González, Asesor Superior de la Autoridad Regulatoria Nuclear de la Argentina y Representante del UNSCEAR. “Bajo los auspicios del OIEA se ha establecido un sólido corpus de normas de seguridad de carácter internacional e intergubernamental, un sistema normativo internacional de seguridad único.”

El OIEA ha asumido un papel destacado en la promoción de la seguridad nuclear en todo el mundo mediante el establecimiento y la auditoría constante de normas internacionales de seguridad y la prestación de servicios a los Estados Miembros, como actividades de creación de capacidad y misiones de examen, por ejemplo.

En 2015, con la ayuda de más de 180 expertos de 42 países y organizaciones asociadas, el OIEA publicó el informe del Director General sobre el accidente de Fukushima Daiichi. “El Japón fue fundamental para proporcionar información y datos, y el informe es el resultado de una amplia colaboración con nuestros Estados Miembros y otros órganos internacionales”, explica el Sr. Lentijo. El informe se basa en la evaluación de hechos relacionados con el accidente —tanto sus causas como sus consecuencias— y presenta una recopilación de las lecciones aprendidas para mejorar la seguridad nuclear. (Para más información sobre el Plan de Acción y sobre el informe, haga click aquí).

Trabajo en curso

“Al seguir armonizando altos niveles de seguridad nacional, estamos contribuyendo a la seguridad mundial. Un incidente en una instalación nuclear de un país afectará al resto de la comunidad mundial”, afirma el Sr. Lentijo. “Los países deben ser proactivos y dedicar todos sus esfuerzos a contribuir a la seguridad mundial, y el OIEA seguirá desempeñando un papel en la facilitación de esas interacciones.”

De las normas escritas a las normas culturales inculcadas, la seguridad nuclear es un aspecto en constante evolución y siempre presente en la tecnología nuclear y sus aplicaciones. “La seguridad nuclear nunca debe darse por sentada. “La comunidad de la seguridad tiene la tarea ética de aprender las lecciones de los accidentes pasados y resolver los problemas detectados”, afirma el Sr. González. “Se han hecho progresos, pero todavía queda trabajo por hacer.”

03/2021
Vol. 62-1

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