Tratamiento del cáncer: Radioterapia

La radioterapia es uno de los tratamientos oncológicos más utilizados. Consiste en emplear las distintas formas de la radiación (rayos X, rayos gamma, partículas), aisladamente o en combinación con intervenciones quirúrgicas o quimioterapia, para atacar y destruir los tumores. Puede ser externa (teleterapia) o interna (braquiterapia).

Teleterapia

La teleterapia es la radioterapia administrada con una fuente externa de radiación situada a cierta distancia del cuerpo. Es el tipo de radioterapia que se utiliza más comúnmente en el tratamiento del cáncer y suele administrarse mediante una bomba de cobalto, que emite rayos gamma de alta energía, o un acelerador lineal, que puede emitir rayos X o electrones de alta energía. Por lo general, el tratamiento se dispensa diariamente por un período que va de 4 a 8 semanas.

A fin de administrar una dosis uniforme a la zona afectada, que puede ser de varios centímetros de grosor, la fuente de radiación se coloca a cierta distancia del paciente (entre 80 y 150 cm, por lo general). En su trayectoria, el haz puede irradiar tejido sano, por ejemplo la piel. Para reducir este efecto, se utilizan haces de alta energía en el caso de los tumores profundos y el tratamiento se administra desde varios ángulos, con lo que se maximiza la dosis recibida en el punto de intersección.

Técnicas modernas de teleterapia

Las técnicas más nuevas, como la radioterapia conformada tridimensional, la radioterapia de intensidad modulada y la radioterapia guiada por imágenes, permite delimitar con mucha más exactitud la zona afectada que recibe la dosis prescrita de radiación. Estas técnicas de radioterapia permiten administrar una dosis de radiación menor al tejido sano y una dosis mayor al tumor. Los pacientes sometidos a radioterapia no experimentan sensación física alguna durante la exposición a la radiación; es algo muy parecido a hacerse una radiografía. Sin embargo, pueden darse efectos secundarios. En los tejidos que se dividen rápidamente, como la mucosa y la piel, la primera reacción es parecida a una "quemadura solar". En las células que se dividen lentamente, como las del riñón o de los vasos sanguíneos del cerebro y la médula espinal, la tolerancia a la radiación es menor. De sobrepasarse un determinado umbral, se corre el riesgo de que aparezcan efectos tardíos que suelen manifestarse muchos meses después del tratamiento.

Gracias a la tecnología moderna es posible preservar considerablemente los órganos vitales. La investigación radiobiológica es otro recurso importante que permite elegir el mejor programa de tratamiento. Se debería instaurar un programa integral de garantía de calidad.

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