Resiliencia y adaptación al cambio climático

La resiliencia de los sistemas agrícolas del mundo frente al cambio climático y su capacidad de recuperación determinarán las perspectivas de la seguridad alimentaria a nivel mundial. Las técnicas nucleares pueden utilizarse para inducir variabilidad en los cultivos, mejorar la productividad pecuaria, rastrear plagas de insectos y enfermedades animales, y proporcionar información esencial para crear modelos de previsión.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático define la resiliencia como la capacidad de un sistema y sus componentes para prever y absorber los efectos de un suceso peligroso, adaptarse a ellos y recuperarse de manera oportuna y eficaz, por ejemplo garantizando la conservación, el restablecimiento o la mejora de sus estructuras y funciones básicas esenciales.

El aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos afectan cada vez más a la seguridad alimentaria debido a sus efectos negativos en la productividad de los cultivos, el ganado, la silvicultura, la pesca y la acuicultura. El cambio climático también influye en la aparición y reaparición de enfermedades transmitidas por vectores. La gestión de los sistemas agrícolas y de los recursos naturales debe ser objeto de mejora urgentemente para garantizar que las comunidades y las prácticas agrícolas sean suficientemente resilientes y sostenibles para hacer frente a los efectos del cambio climático. Ello incluye la detección precoz e inmediata de vectores de enfermedades y de patógenos y la contención de enfermedades animales y zoonóticas transfronterizas.

Las actividades agrícolas están expuestas, por naturaleza, a numerosos riesgos e incertidumbres, ya sean de carácter abiótico (como el agua, la luz, la radiación, la temperatura, la humedad o el suelo), de carácter biótico (como las plagas y las enfermedades), o debido a las condiciones culturales o económicas reinantes. Muchos de esos riesgos tienen un componente climático y en su mayoría se verán afectados por los cambios en el clima, ya sea en lo que respecta a la intensidad, el alcance o la frecuencia.

Junto con la FAO, el OIEA tiene como objetivo optimizar y fortalecer las capacidades de los Estados Miembros en el uso de técnicas nucleares e isotópicas que pueden contribuir a mejorar la resiliencia agrícola y la adaptación al cambio climático.

Las técnicas nucleares fortalecen la resiliencia frente al cambio climático

Las técnicas nucleares y otras técnicas conexas se utilizan para inducir variabilidad en los cultivos a fin de que sean resistentes a las sequías, la salinidad o las plagas. Existen técnicas similares que se aplican para caracterizar la estructura genética de los animales autóctonos y de los animales adaptados a las condiciones locales que potencialmente pueden ser muy productivos y resistentes a las enfermedades locales. Esas técnicas también ayudan a determinar la propagación y la abundancia de las plagas de insectos y de enfermedades animales y zoonóticas. La información de este tipo puede ser fundamental para adoptar medidas de preparación y respuesta rápida, como los modelos de previsión para responder con celeridad ante la propagación de plagas y enfermedades. Las variaciones en las firmas isotópicas del carbono 13 presente en el suelo se utilizan junto con radionucleidos procedentes de precipitaciones radiactivas para determinar el origen de la degradación de la tierra en las zonas agrícolas, de forma que puedan tomarse medidas destinadas a controlar la erosión del suelo. El carbono 13 también se utiliza para cuantificar la contribución de los residuos de cultivo a la mejora de la fertilidad y la resiliencia del suelo, así como para reducir al mínimo su erosión.

La técnica del nitrógeno 15 se emplea para cuantificar el alcance de la captura de nitrógeno atmosférico por los cultivos de leguminosas y la contribución del abono nitrogenado a los cultivos actuales y futuros.

La irradiación con rayos gamma y rayos X se utiliza para esterilizar insectos causantes de plagas con objeto de soltarlos en el marco de programas de gestión de plagas que utilicen la técnica de los insectos estériles, atenuar (debilitar) patógenos para la producción de vacunas veterinarias y desarrollar variedades de cultivos mutantes con mayor tolerancia al estrés abiótico y biótico.

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