Tacloban (Filipinas) – El agua de esta ciudad de 250 000 habitantes es potable, se recarga periódicamente y no se ve afectada por el mar. Aunque esta conclusión parezca sencilla, han sido necesarios años de investigaciones y el análisis de miles de muestras de agua para llegar a ella, y los investigadores del Instituto Filipino de Investigaciones Nucleares (PNRI), con el apoyo del OIEA y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), han debido recurrir a técnicas isotópicas para establecerla.
Cuando una marejada ciclónica causada por el tifón Haiyan, la tormenta tropical más fuerte del mundo, devastó buena parte de esta ciudad y acabó con la vida de miles de personas en 2013, las autoridades locales se enfrentaron a la ingente tarea de reconstruir la ciudad, proyecto que comportaba además trasladar a la población de las zonas más propensas a las inundaciones. Pero la cuestión era si las olas que habían arrasado edificios y diezmado a la población podrían haber alcanzado el reservorio de agua de la ciudad.
Existía el riesgo de que la marejada ciclónica pudiera haber contaminado el acuífero, una capa subterránea de roca permeable que contiene agua subterránea y que constituye el mayor recurso hídrico de la ciudad. La sal y otros contaminantes arrastrados por la inundación, incluida materia orgánica de cadáveres humanos y animales, podrían haber convertido ese agua en no apta para el consumo. El PNRI recurrió al programa de cooperación técnica del OIEA en busca de asistencia para utilizar técnicas isotópicas a fin de caracterizar el acuífero.