Los radionucleidos procedentes de precipitación radiactiva son aquellos que, estando presentes en la atmósfera, son arrastrados por la lluvia y depositados en la capa superficial del suelo.
Estos radionucleidos se unen a las partículas del suelo, concentrándose principalmente en la capa superior. Dado que están fuertemente fijados a esas partículas, no son absorbidos por las plantas. Durante los procesos de erosión y deposición, se desplazan adheridos a las partículas del suelo, por lo que pueden servir para rastrear la redistribución del suelo en zonas muy extensas y durante largos periodos de tiempo. Al erosionarse la capa superior, la concentración de estos radionucleidos procedentes de precipitación radiactiva disminuye, proceso que los científicos pueden seguir y cuantificar por espectrometría de rayos gamma. El análisis de estas concentraciones ayuda a detectar cambios en los patrones e índices de redistribución del suelo en grandes áreas de captación de aguas. Además, también sirve para evaluar la eficacia de las medidas de conservación del suelo destinadas a controlar la erosión. Los tres radionucleidos generalmente utilizados para estudiar la erosión del suelo son el cesio 137, el plomo 210 y el berilio 7, de los que el más común es el cesio 137.
En la técnica de isótopos estables por compuesto se cuantifican isótopos estables, como el carbono 13, que están presentes en determinados compuestos orgánicos fijados al suelo, como los ácidos grasos. Estos ácidos grasos provienen de raíces de plantas, desechos animales y otros restos presentes en los ecosistemas naturales, que se descomponen y pasan a formar parte de la materia orgánica del suelo. Cada uno de estos compuestos posee una firma propia de isótopos estables, análoga a una huella dactilar. Dado que la composición en carbono 13 es única en cada compuesto, el análisis de este isótopo revela el origen del suelo erosionado. Al establecer un vínculo entre la huella de carbono 13 de determinados usos del suelo y los sedimentos presentes en las zonas de deposición, esta técnica ayuda a determinar el origen del suelo erosionado y las zonas propensas a la degradación, lo que sirve a las autoridades para privilegiar la conservación del suelo allí donde este sea más vulnerable a la erosión.
Este artículo se publicó en el Boletín del OIEA de marzo de 2018.