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Benin aumenta la producción y la exportación de soja mediante biofertilizantes y tecnología isotópica

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Para los productores de soja de Benin, un país de África occidental, la escasa fertilidad del suelo suponía que el rendimiento de las cosechas fuera escaso y los ingresos, insuficientes. Gracias al uso de biofertilizantes, mejorados mediante técnicas isotópicas, los agricultores han logrado aumentar considerablemente su producción, con el apoyo del OIEA en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

“La inoculación promueve el desarrollo de nódulos en las raíces y, de este modo, aumenta la fijación del nitrógeno atmosférico. Es una manera económica de aumentar el rendimiento de las cosechas y, al mismo tiempo, mejorar y mantener la fertilidad del suelo”, afirma Nestor Ahoyo Adjovi, Director Científico del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas de Benin (INRAB).

Como resultado, la producción de soja ha pasado de 57 000 toneladas en 2009 a 222 000 toneladas el año pasado y su valor, de 6,6 millones de dólares a 109 millones de dólares, según los datos de una reciente publicación de la industria.

Durante el mismo período, la superficie cultivada aumentó de 64 000 hectáreas a 200 000 hectáreas y el rendimiento, de 890 kg/hectárea en 2009 a 1100 kg/hectárea en 2019. Se prevé que la producción anual de soja alcance las 341 000 toneladas para 2030, una cifra seis veces superior a la registrada en 2009. Benin, que no exportaba soja cuando comenzó a recibir asistencia del OIEA y la FAO en 2009, ahora exporta anualmente 40 000 toneladas por un valor de 19 millones de dólares.

Con el apoyo del OIEA y la FAO, investigadores de la Universidad de Abomey-Calavi de Benin, del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas de Benin (INRAB) y de varias ONG locales e internacionales han ayudado a los agricultores del país a mejorar el rendimiento de los cultivos de soja aumentando el contenido de nitrógeno del suelo mediante el proceso natural de fijación del nitrógeno del aire, lo cual ha redundado en una producción de soja respetuosa con el medio ambiente.

Para facilitar el proceso por el que se incrementa la fijación del nitrógeno, investigadores de la Universidad de Abomey-Calavi produjeron un inóculo, un biofertilizante que contiene microorganismos que aumentan la productividad del suelo y estimulan el crecimiento de los cultivos, y evaluaron asimismo la eficacia de estos biofertilizantes antes de despacharlos al Ministerio de Agricultura y a las ONG para su distribución a los agricultores. Para establecer esta eficacia, así como la capacidad de las plantas de absorber el biofertilizante y fijar el nitrógeno del aire, recurrieron a técnicas isotópicas.

“Con las prácticas tradicionales de producción, los productores no podían obtener un rendimiento de la soja superior a 890 kilogramos por hectárea; sin embargo, gracias a las prácticas actuales mejoradas, cosechan 1100 kilogramos por hectárea”, afirma Ahoyo Adjovi.

Aunque el rendimiento de los campos de cultivo ha mejorado, todavía se encuentra por debajo del promedio mundial de 3370 kilogramos por hectárea, y los científicos continúan trabajando para seguir perfeccionando estas prácticas.

El nitrógeno, un componente fundamental para el crecimiento de los cultivos, suele ser un factor limitante en el crecimiento de la planta, dado que la cantidad presente en el suelo es muy pequeña en comparación con la que las plantas requieren. “La producción y el empleo del inóculo reducen la cantidad de abono nitrogenado necesario, lo que supone menores gastos de producción para los agricultores”, expresa Joseph Adu-Gyamfi, Especialista en Gestión Integrada de la Fertilidad del Suelo de la División Mixta FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura.

El OIEA, por conducto de su programa de cooperación técnica, formó a alrededor de 50 científicos y técnicos de 23 centros de investigación para que utilicen la tecnología isotópica del rastreo por nitrógeno 15 a fin de determinar variedades específicas de soja con un alto grado de fijación del nitrógeno y de alto rendimiento. El nitrógeno 15, un isótopo estable del nitrógeno, se emplea para cuantificar la eficiencia con que los cultivos aprovechan el abono nitrogenado y determinar cuánto nitrógeno capturan de la atmósfera. A través del INRAB, el Ministerio de Agricultura de Benin ayudó a difundir la tecnología y la información a entre 15 000 y 20 000 agricultores.

Hacia los mercados de exportación

El aumento de la producción de los cultivos no solo se traduce en una mayor seguridad alimentaria y una alimentación más equilibrada, sino que también apoya la expansión del mercado de Benin. La Asociación Sojagnon, una ONG local que promueve el desarrollo agrícola de Benin a través de la mejora la cadena de valor de la soja, y el Centro de Innovación Ecológica para el Sector Agroalimentario de Benin (ProCIVA) han contribuido a llevar la soja del país a mercados de exportación de Turquía y los Emiratos Árabes Unidos y, más recientemente, de Bélgica y Togo.

“Existe un déficit en la balanza comercial de Benin”, explica Ahoyo Adjovi. “Exportar más nos permite reducir el déficit y aumentar las importaciones de los mercados mundiales. Un mayor esfuerzo por parte de los agricultores para producir más contribuirá a disminuir la pobreza y mejorar los medios de subsistencia”.

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