Contaminación atmosférica

La contaminación atmosférica suele estar causada por actividades industriales, agrícolas y otras actividades antropógenas (de origen humano). El OIEA estudia los procesos naturales que influyen en la propagación mundial de los contaminantes y en su tasa de deposición en tierra y mar para comprender cómo interactúan con las pautas meteorológicas y cómo mitigar sus efectos.

Entre los contaminantes comunes que interesan especialmente al OIEA debido al efecto que tienen en el medio ambiente y la salud pública están los metales pesados como el plomo; los gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano, y los gases y las partículas radiactivos. El Organismo utiliza instrumentos isotópicos y nucleares para vigilar su trayectoria en la atmósfera, predecir su distribución y estimar sus consecuencias en los ecosistemas.

Consecuencias de los gases de efecto invernadero

Lo que comúnmente se denomina “efecto invernadero” consiste en la concentración en la atmósfera del dióxido de carbono y el metano de origen industrial y agrícola, lo que provoca un aumento de la absorción de radiación infrarroja y el calentamiento de la atmósfera. Según algunos modelos, este calentamiento está conduciendo a cambios, por ejemplo, una mayor variabilidad del clima y condiciones meteorológicas extremas, como inundaciones y sequías. Sin embargo, aún se desconocen todos los efectos que tienen concentraciones elevadas de dióxido de carbono en la atmósfera.

Los científicos utilizan los isótopos para estudiar las muestras históricas, como los testigos de hielo, e intentar conocer cómo era el mundo a otras temperaturas y concentraciones de dióxido de carbono, lo que a su vez puede resultar útil para predecir situaciones futuras.

Calculando la razón isotópica del carbono, el oxígeno y el hidrógeno en el dióxido de carbono y el metano, el OIEA puede determinar la fuente y supervisar la trayectoria de los gases de efecto invernadero en medios terrestres y marinos. Con esta técnica se ha constatado la existencia de emisiones de origen humano en los lugares más recónditos del planeta. Las mediciones obtenidas con estos experimentos pueden utilizarse para elaborar modelos atmosféricos con los que vigilar y prever los cambios en el ciclo global del carbono y el clima.

El OIEA transmite a sus Estados Miembros los resultados de las investigaciones y el conocimiento adquirido y les proporciona capacitación y materiales de referencia fiables que pueden utilizarse para calibrar instrumentos a fin de medir con precisión los gases de efecto invernadero. Asimismo, pone a disposición material internacional de referencia sobre isótopos estables en relación con el carbón, el oxígeno y el hidrógeno.

Seguimiento de los radionucleidos en la atmósfera

Los radionucleidos presentes en la atmósfera se fijan rápidamente a los aerosoles, que son partículas minúsculas. Su variabilidad (margen de cambios posibles) en el aire a nivel del suelo obedece al comportamiento de esos aerosoles. El conocimiento de estos procesos ayuda a los científicos a evaluar y prever el desplazamiento de estos contaminantes a escala mundial. Esto es especialmente útil para evaluar y mitigar los posibles efectos de emisiones accidentales de radionucleidos procedentes de instalaciones nucleares.

En los laboratorios del OIEA para el medio ambiente se emplean bombas y colectores de gran capacidad para concentrar aerosoles y absorber los materiales depositados en seco a fin de determinar la cantidad de radionucleidos presentes en la atmósfera que pueden detectarse y vigilar las variaciones de su deposición. También se emplean trampas de sedimentos marinos para estudiar los efectos de la precipitación atmosférica en la composición de las partículas en hundimiento en los océanos.

Para conocer mejor cómo son los procesos que tienen lugar en la troposfera inferior y cómo pasan los contaminantes de la atmósfera a los medios terrestre y marino, los expertos del OIEA estudian el flujo de los radionucleidos, por ejemplo, el berilio 7, el cesio 137 y el plomo 210. Estos proceden de los rayos cósmicos (cosmogénicos) o de actividades humanas (antropogénicos), o bien se dan  de forma natural en la Tierra, como es el caso del berilio 7. Su producción en la atmósfera es relativamente constante, lo que ayuda a encontrar procesos en la atmósfera que influyen en la deposición de este radionucleido en la Tierra, por lo que puede utilizarse como trazador.

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